sábado, 20 de agosto de 2011

Introduccion

"Sol nutricio, que en tu carro brillante haces surgir el día y lo escondes, ojalá puedas no visitar nada más grande que la ciudad de Roma", exclama, en su Canto Secular el poeta Horacio. Este voto de un poeta, la Historia lo ha convertido en sólida realidad. Grande en el espacio -tres partes del mundo-, grande en el tiempo -seis siglos de dominación romana y diez siglos de Imperio bizantino-, Roma aparece como una de las creaciones más poderosas y fecundas de que pueda enorgullecerse, a justo título, el pasado de la Humanidad. Hoy todavía, y más que nunca en el seno de un mundo enloquecido, la vieja civilización latina, la nuestra, sigue siendo una de las fuerzas más vivaces del presente, una de las promesas más consoladoras del porvenir.

Leon Homo, Nueva Historia de Roma.

Partimos de este texto a modo de motivación y justificación del estudio de la historia de Roma. Aun a sabiendas de que esta historia, vista con los ojos de un europeo de hoy, ofrece tanto modelos y momentos dignos de orgullo (la constitución republicana, los logros sociales, los avances en infraestructuras de comunicación y bienestar social, el derecho, la literatura...), como modelos y momentos dignos de vituperio (el belicismo, el imperialismo, la esclavitud, el despotismo...), lo que sí debemos tener presente es que somos sus herederos, y que nos conoceremos tanto mejor cuanto más conozcamos de dónde venimos.

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